domingo, 1 de abril de 2012

El Arbol


Título Original: El Arbol
Año: 2006
País de origen: Argentina
Director: Gustavo Fontán
Intérpretes: Federico Fontán, Gustavo Fontán, María Merlino
Libro y guión: Gustavo Fontán
Producción: Stella Maris Czerniakiewicz
Idioma: Español Latino
Género: Drama

Locación: Banfield, Buenos Aires (Argentina)
Productora: Tercera Orilla Cine
Distribuidores: Primer Plano Film Group (2007) (Argentina)
Cámara: Sony DSR-PD150
Laboratorio: Cinecolor SA, Buenos Aires, Argentina

Equipo Técnico:
Producción ejecutiva: Stella Maris Czerniakiewicz
Fotografía: Diego Poleri 
Cámara: Diego Poleri
Montaje: Marcos Pastor
Sonido: Javier Farina
Tape to film: Georgina Pretto, Víctor Vasini, Lucas Guidalevich

(Fuente: IMDb)



Sinopsis:
Frente a la casa de MARÍA (67) y JULIO (69), hay dos acacias, muy viejas. Sus ramas están enlazadas y parecen formar una sola copa. Una de ellas tiene toda la apariencia de estar seca. Cuando llega la primavera y reverdecen, no es posible distinguir si las hojas crecidas son de uno o de los dos árboles.
MARÍA y JULIO discuten: ella cree que está seca y que hay que tirarla abajo; teme que se pueda caer sobre alguien. Él duda, cree que no está muerta todavía, y la riega, como en un acto de fe. JULIO plantó esa acacia cuando nació uno de sus hijos y no le es fácil admitir lo que MARÍA dice.
Enlazada con este conflicto se teje la vida de dos personajes en una casa de más de cien años. La visita de algún vecino, una fiesta, los recuerdos y los fantasmas, la lluvia y los sueños, las acciones reiteradas día a día, las estaciones, las variaciones de las luces y de las sombras, construyen la trama, para que todo, silenciosa e irreversiblemente, nos hable del paso del tiempo.

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Comentarios del realizador:

- Sobre el proyecto -

La cercanía emocional:
“La casa donde se filmó la película es mi casa natal, en Banfield, un barrio del Gran Buenos Aires, levantada por mi  bisabuelo hace más de cien años, y MARÍA y JULIO, los protagonistas de EL ARBOL, son mis padres. Los árboles, las dos acacias, son parte de mi propia vida ya que, desde que tengo conciencia, estuvieron allí, como un símbolo del paso de los días y de las estaciones: el verdor de las hojas en la primavera, el resplandor luminoso de sus copas después de una lluvia en el verano, la caída de las hojas, cercana a su explosión en ocres y amarillos, la negritud de las ramas -espectrales a veces- en el invierno. Ya que la intención de la película es más poética que narrativa, considero importante esa cercanía emocional con los elementos del relato -no por una intención autobiográfica, que no la hay- sino porque me permite explorar en sensaciones, imágenes y sonidos, con más claridad”.

Poetizar lo cotidiano:
“Aunque el conflicto -la discusión sobre si el árbol está seco o no- estructura el relato, le da cuerpo, la mirada se detiene y penetra en las cosas más simples: la sombra de una planta, las señales del nacimiento del viento o de la lluvia, el silencio de JULIO, los sueños de MARÍA, o las acciones cotidianas, como hacer la cama o la comida, colgar las sábanas lavadas, o barrer el patio.
Creo que hay algo de eterno en el pequeño suceso, en la modificación íntima, en las alteraciones de lo que vive y es rozado -siempre y de manera natural- por la muerte. Los ciclos, el paso del tiempo”.

Tratamiento estético:

“La luz, la atmósfera de cada estación, era parte constructiva de la estética. El tiempo hecho pura instancia física.
Por eso, el rodaje se realizó a lo largo de todas las estaciones del año. Las jornadas eran muchas veces la caza de la luz natural apropiada.
El sonido requería un tratamiento específico: partiendo de la referencia había que “extrañarlo”. El rodaje, por lo tanto, tuvo también varias jornadas de captura de sonidos en la casa, es decir un minucioso registro de los péndulos de los relojes, de los ambientes en las distintas estaciones, de los crujidos de la madera, por ejemplo, para luego trabajar todo lo registrado cuidadosamente en la postproducción de modo que le aporte el clima apropiado a los distintos  segmentos de la película.
Las pausas del rodaje, por otro lado, en relación al trabajo con las estaciones, nos permitieron trabajar en el montaje durante un año y medio. Se rodaba y se editaba. Se buscó en el montaje la fluidez en el paso del tiempo, una cadencia en las alteraciones emocionales, una unidad perceptiva y rítmica, y una asociación de objetos en leves metáforas”.

(Gustavo Fontán)

Comentario propio:
Casi un medio-metraje por sus escasos 62 minutos. Pero con tóda la intensidad de una película de mayor duración.



CAPTURAS:

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